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El código de programación que nos llevó a la luna

El código de programación que nos llevó a la luna

El aterrizaje en la luna el 20 de julio de 1969 dejó para la posteridad a Neil Armstrong, Michael Collins y Buzz Aldrin como los héroes de aquella hazaña, que resarció a los Estados Unidos de su relegación previa en la carrera espacial con respecto a la Unión Soviética, que en años anteriores había ido marcando hitos como poner en órbita el primer satélite artificial, el Sputnik 1 (1957), mandar pocos meses más tarde el primer ser vivo al espacio (la perrita Laika que no sobrevivió), y por último enviar al humano que tuvo el privilegio de poder asomarse al cosmos antes que nadie, Yuri Gagarin, quien a bordo de la cápsula espacial Vostok 1 completó una órbita completa de la tierra el 12 de abril de 1961.

En un contexto de guerra fría entre las dos superpotencias por tierra, mar, aire y espacio exterior, los Estados Unidos decidieron poner todo su potencial en liza para contrarrestar los éxitos del adversario, y fruto de esos esfuerzos fueron los sucesivos proyectos Apolo que culminaron en el 11, que supondría el primer alunizaje tripulado, al que siguió un paseo por la superficie lunar, del que quedaron como vestigios una icónica huella, y la imagen de la bandera de las barras y estrellas que desde la óptica estadounidense simbolizaba el triunfo del ‘mundo libre’ sobre su modelo antagonista.

Por lo general, de todos los aspectos de esta misión se han destacado particularmente las vicisitudes de los propios astronautas, el módulo Eagle en el que se alunizó, o el cohete Saturno V que impulsó a la sonda. Pero se ha tendido a obviar el papel del incipiente software que hizo posible que se produjese aquel “pequeño paso para el hombre que era en realidad un gran paso para la humanidad.”

La contribución de Margaret Hamilton y su equipo a la llegada a la luna

La responsable del equipo que escribió el código de programación que nos permitió poner el pie por primera vez en otro lugar del cosmos fue Margaret Hamilton, una matemática, ingeniera y científica computacional, cuya decisiva aportación no se ha comenzado a reivindicar hasta hace unos cuantos años.

Margaret Hamilton posa con el código de programación de la misión Apolo 11

Así, a ella cabe atribuirle la maternidad del programa informático que controló que todos los sistemas implicados en el alunizaje funcionasen correctamente, e incluso habría que concederle el mérito de la codificación del error 1202 como una falla que no comprometía la seguridad de la operación. De manera, que cuando esta alerta saltó en el momento que la sonda estaba a punto de depositarse en la luna, los controladores de la misión de la NASA en Cabo Cañaveral supieron que el ordenador tan solo estaba advirtiendo que ante la sobrecarga de tareas recibidas priorizaba las importantes, y que por tanto no había ningún peligro para que el Apolo 11 alunizara.

La historia de superación de Margaret Hamilton

El camino de Margaret Hamilton antes de llegar a la NASA estuvo plagado de obstáculos, ya que pese a licenciarse con brillantez en Matemáticas en 1958,y apasionarle la idea de adentrase más en la disciplina, tuvo que renunciar a su carrera investigadora y ponerse a trabajar como profesora en un instituto para que su marido pudiese proseguir su formación en Harvard.

Con todo, logró retomar su carrera unos cuantos años después especializándose en matemáticas abstractas en la Universidad de Brandeis, lo que le sirvió para comenzar a trabajar en el departamento de Meteorología del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Aquí empezó a destacar en un ámbito que ella misma fue pionera en denominar como ‘ingeniería de software’, lo que en su momento despertó hasta mofas, debido que en la mentalidad de la época no se concebían la existencia de ingenierías más allá de las tradicionales, y si acaso la de hardware por su evidente dimensión física.

En cualquier caso, su brillante desempeño en la unidad del MIT que desde un tiempo atrás había comenzado a colaborar con el Programa Apolo de la NASA le valió la asignación de la tarea de crear el software que debía de hacer posible el alunizaje. Además, como responsable de la programación del ordenador de vuelo de la sonda llegó a capitanear un equipo compuesto por cientos de programadores.

Las mujeres en los inicios de la programación informática

A este respecto, es interesante señalar que si bien la relegación profesional de las mujeres en ámbitos como este resulta indiscutible en la época, lo cierto es que no se puede afirmar esto tan categóricamente en el campo de la programación, ya que como esta en sus orígenes se emparentaba a las tareas mecánicas características de las tarjetas perforadas, tendía a asociarse a los trabajos de mecanografía que se concebían como típicamente femeninos.

Esto podría explicar cosas tan dispares como el desproporcionado número de mujeres que trabajaron en el proyecto Manhattan que alumbró la primera bomba atómica, o que precisamente también fuera una mujer, Grace Hopper, la inventora del lenguaje de programación Cobol en 1959, aunque en este caso resulte un poco aventurado tratar de discernir factores deterministas para la que fue toda una contraalmirante de la US Navy.

De manera tardía, Margaret Hamilton recibió parte del reconocimiento que merecía su contribución. Así, en 2003 la NASA le concedió el Exceptional Space Act Award, aunque su gran homenaje llegó en 2016 cuando le fue entregada la Medalla Presidencial de la Libertad por parte del entonces presidente Barack Obama.

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